Una de las mejores
experiencias de mi vida está siendo la especial “lotería” que me ha tocado.
Vivir en una ciudad y tener a pocos minutos unos huertos donde poder cultivar
una gran parte de los alimentos que consumo, como nueva forma de ocio.
En plena crisis hay
una empresa cuyo proyecto ha sido montar unos huertos, de alquiler, en parcelas
de 50 o 100 mts. Es increíble la aceptación de su idea, hay lista de espera.
Personas jubiladas, desempleados, familias, gentes de todas las edades, grupos
de amigos, estudiantes…, todos compartiendo la misma afición.
Una huerta ecológica
te aporta más de lo que podríamos creer, y más cuando no es en tu propio
terreno y estás sola, sino que compartes con otras personas.
Existe el término
“huertoterapia”. Es una actividad relajante, que te hace olvidar todo lo demás
mientras la practicas. El límite te lo pones tú, en cuanto a la variedad y
dificultad de lo que cultivas, los experimentos naturales que puedes
hacer. La primera verdura que consigues llevar al plato es el comienzo de más y
más satisfacciones. Sólo el sabor merece el esfuerzo.
Te hace ser más consciente del clima, de las
estaciones, aprendes a identificar las verduras de temporada, recuperas el
verdadero sabor de los alimentos, de las infusiones. Igual que fuimos creciendo
desde el principio el número de arrendatarios ha ido apareciendo también
variedad de aves e insectos.
Hay familias a las que
he escuchado decir que sus hijos, que son partícipes del cuidado del huerto,
comen verduras que antes no querían tomar. Es una buena forma de hacerles
conscientes, que sepan que la comida no surge de la bandeja del supermercado,
ven el desarrollo natural, conocen el origen y el esfuerzo que requiere llevar
un alimento al frigorífico o al plato. Los niños disfrutan, especialmente si
les responsabilizas de regar. Es un complemento a su educación como personas.
Merece la pena cultivar por poco que sea, en
maceta, en terraza o ventana, lo poco que obtengas te devolverá con creces el
tiempo que le has empleado. Los fresones son de lo más agradecido cultivado en
recipientes aunque no sean grandes. El sabor y el olor de un fresón ecológico te
harán huir de eso que tiene su aspecto y venden en el supermercado, atiborrado
de químicos y procesos donde solo es objetivo el aspecto, y ni sabe ni huele,
pero te deja residuos de los tratamientos agresivos tóxicos.
Además de ser un
placer tanto por poder disfrutar de su sabor, como ser el resultado del
esfuerzo y tiempo dedicado, el alimento vuelve a tener las propiedades
naturales, la mayoría de verduras además de ser alimento son terapéuticas.
Anímate, el autoconsumo,
el retorno a utilizar las plantas como medicamentos sin los efectos secundarios
de la farmacopea, también es luchar contra el sistema, cada pequeña acción que
realizamos es una aportación. No consumir productos transgénicos es la mejor
forma de combatir a monstruos como Monsanto, que comportándose como psicópatas,
matan y enferman a agricultores, consumidores y el medio ambiente, a la vez que
arruinan a comunidades enteras.
Buen momento para que
te inicies, con alguna tomatera, con poco espacio los cherrys dan mucho
juego, y pueden compartir espacio con la albahaca. Fácil y ya tienes una buena
parte de una ensalada de verano.
Mi vivencia está siendo tan positiva que no puedo
ser egoísta, y no compartirla. Da el paso, hay recompensa segura, para el paladar
y la salud, y colaboras con el medio ambiente, creando hábitat para especies
que los humanos, estamos exterminando. La agricultura ecológica no tiene ningún
aspecto negativo, ninguno.
Autor: Esther Quiñones
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