VENTAJAS DE LOS ACOLCHADOS
El acolchado es la mejor forma de proteger a
los cultivos y a la tierra en la que crecen. Sus múltiples ventajas hacen de
esta practica una de las mas recomendadas en la practica de la agricultura
ecológica, del huertos y el jardín ecológico. Veamos por que:
- Protege a la tierra de las intensas radiaciones solares, evitando que la perjudicial radiación ultravioleta destruya o dañe la flora bacteriana y microbiana de la tierra de cultivo
- Aporta nutrientes a medida que se descompone.
- Mejora la estructura del suelo
- Evita que la tierra se reseque, manteniéndola hidratada y reduciendo considerablemente las necesidades de riego.
- Hace innecesaria la labor de trabajar la tierra porque al estar cubierta no se apelmaza, sobre todo si no pisamos sobre el acolchado.
- La sombra que proporciona el acolchado, no solo mantiene la humedad sino que, al mismo tiempo, evita la nacencia de hierbas competidoras de los cultivos ( las temidas e injustamente llamadas “malas hierbas”). Solo hay que controlar plantas como la grama, la corregüela o la juncia.
- Facilita la aireación gracias a su porosidad y evita el apelmazado y la compresión de la tierra.
- Procura sombra a la tierra y al “compost en superficie”, creando microclimas y facilitando la actividad de la flora microbiana, especialmente la de las bacterias nitrificantes o nitrogenadoras, capaces de absorber del aire y fijar en la tierra cubierta hasta 80 kilos de nitrógeno por hectárea y año.
A pesar de las innegables ventajas del
acolchado, también tiene sus limitaciones y no siempre resulta beneficioso, ni
es aplicable en todos los cultivos ni en todos los climas. Por ejemplo,
mientras que las plantas trasplantadas son fáciles de acolchar, las semillas,
cuando las sembramos, necesitan una tierra despejadas y expuesta a la luz y al
calor del sol.
Pero donde resulta mas controvertido el
recurrir a los acolchados es en zonas frías y húmedas donde, aunque el verano
es caluroso, las primaveras suelen ser frescas y la tierra no llega a
calentarse lo suficiente como para estimular el buen desarrollo y la abundante
producción de frutos en las solanáceas (tomates, pimientos, berenjenas….) y en
las cucurbitáceas (melones y sandias).
Para estimular el desarrollo y obtener la máxima producción de estas plantas en
zonas frías y con veranos cortos, pueden resultar más convenientes dejar la
tierra expuesta al calor del sol. En estos casos, una buena opción para
mantener protegida la tierra, al tiempo que se calienta con mas facilidad, es
cubrir la tierra (o cubrir el “compost en superficie”) con mantillo viejo,
restos de estiércol muy descompuesto o los restos sobrantes de los semilleros
(mezclas de compost, mantillo, turba, turba de coco……..añejos o muy
descompuestos). Al ser negros u oscuros, absorberán al máximo la radiación
solar (calor) y al mismo tiempo que ofrecen sombran protegen a la tierra y al
compost superficial de las dañinas radiaciones ultravioletas.
Estas recomendaciones son especialmente
indicadas para las solanáceas, porque las cucurbitáceas –tanto las meloneras
como las matas de sandia- ellas mismas cubren rápidamente la tierra con su
follaje denso en amplias hojas, protegiendo de la radiación solar la tierra y
el compost.
Otra opción efectiva de acolchado, aunque menos
“ecológica”, pueden ser usar mallas plásticas antihierba de las que se usan en
jardinería, o rafia negra de sombreado. Es una buena opción en huertos azotados
por fuertes vientos o en los que no se disponga de mantillo viejo ni de otras
alternativas orgánicas de color oscuro y en donde tengamos que controlar
hierbas problemáticas como la juncia o la corregüela.
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