Una de las técnicas de cultivo ecológico que puede permitirnos mantener altos niveles de fertilidad en nuestro huerto y reducir las necesidades de incorporación de composta consiste en realizar regularmente siembras de abono verde. Las plantas forrajeras, gramíneas e incluso la flora espontánea, cultivadas como abono verde, mantienen o incrementan la actividad biológica de la tierra, desintoxicándola y aportándole nuevos nutrientes. En algunos casos resultara también muy interesante el aporte nitrogenado de las leguminosas.
Hay que tener presente que para el abono verde cumpla tal función, hay que segarlo en el momento de la floración, e incorporarlo a la tierra (en las zonas calidas) o dejarlo triturado como acolchado (en las zonas frías o húmedas), hasta su deshidratación y posterior incorporación a la tierra. Esto se comprende si sabemos que la mayor parte de las plantas, especialmente las leguminosas, apenas extraen nutrientes de la tierra en las primeras fases de su desarrollo, ”alimentándose” de la energía solar-fotosíntesis- y de los compuestos presentes en el aire y el agua. Es en la fase de fructificación-tras la floración- cuando “chupan” el máximo de elementos de la tierra, para formar las semillas, que deberán almacenar gran cantidad de nutrientes y minerales a fin de asegurarse una larga pervivencia.
Por ello, si tenemos la precaución de cortar el ciclo vegetativo de las plantas elegidas como abono verde, cortándolas en la fase de floración, estaremos alimentado a al tierra con los abonos naturales absorbidos por las plantas del aire y del agua; plantas cargadas con energía del sol, de ahí el calificativo de abono verde.
En los manuales y libros de agricultura ecológica, podemos hallar información sobre una gran variedad plantas y combinaciones de plantas para su uso como abonos verdes. Aunque la experiencia nos muestras que en un huerto de reducidas dimensiones-basado en pequeñas parcelas o bancales de cultivo-el abono verde mas fácil de cultivar y que ofrece los mejores resultados es una combinación de habas forrajeras y de vezas. Las habas forrajeras pueden alcanzar el 1,50n o los 2m de altura. Las vezas, -que normalmente se desarrollan mas a ras de tierra-, se encaraman en las matas de habas forrajeras y juntas hacen una exuberante masa verde, que alcanza su punto de desarrollo máximo justo antes de la floración. La combinación habas forrajeras y vezas es una de las mas equilibradas y enriquecedoras de la tierra, ya que aporta una gran cantidad de nitrógeno-las dos son leguminosas- y los tallos de las habas son muy ricos en celulosa y carbono-humus estable a largo plazo-. De todos modos, algunas experiencias en centros de investigación agrícola han constatado que el abono verde que mayor proporción de restos orgánicos y carbono aporta la tierra, es el abono verde que se consigue recurriendo a la flora espontánea en esa tierra.
El abono verde suele estar listo para su incorporación en la tierra cuando las principales plantas que lo componen inician su floración, a finales del invierno o a principio de primavera, con lo que la masa vegetal obtenida tras la siega o el triturado dispondrá de tiempo para iniciar su transformación, fermentado o descomposición, que la conviertan en nutrientes activos para la vida microbiana de la tierra y en fuente de grandes dosis de humus, asimilable por las plantas que ocuparan esos espacios, en primavera y verano.
Dada la importancia del abono verde como propiciador e incrementador de los niveles de fertilidad, es conveniente que toda parcela del huerto reciba, una vez cada 2 o 3 años, un abono verde; esta será la mejor garantía de mantenimiento de la salud, de la vitalidad y de la fertilidad de la tierra.
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