Cuando lo que
tenemos enfrente son monstruos gigantescos con enormes tentáculos,
multinacionales, lobbies y gobiernos cómplices, tendemos a pensar que no
podemos hacer nada contra ellos, y no somos conscientes de que son ellos los
que nos necesitan para mantenerse. Nos venden la comida esa que nos envenena,
para luego hacernos dependientes de sus fármacos que no curan te hacen crónico,
cliente de por vida.
Podemos hacer
muchas cosas pequeñas cosas que tienen su repercusión. No actuamos
responsablemente como ciudadanos, dejamos que hagan y lo único que hacemos es
quejarnos. Hoy en día para quienes tienen imposible o complicado cultivar su
alimento, hay más alternativas que hace unos años. Los grupos de consumo son
una buena opción del productor al consumidor sin intermediarios, alimentos
locales y libres de químicos por lo que tienen todas sus propiedades. Consumir
alimentos orgánicos no solo es bueno para nuestra salud y paladar, contribuye a
conservar el medio ambiente.
Fuera de este
país se empieza a tener conciencia con un verdadero problema que como siempre
es culpa del ser humano. Resulta asombroso que las abejas tengan mejor salud en
una ciudad que en el campo. La forma de cultivo intensivo actual está
eliminando animales beneficiosos para las cosechas y a su vez introduce en los
consumidores alimentos con tóxicos que uno a uno se van depositando en nuestro
organismo. Curioso que las mismas empresas que venden las semillas, sean las
que obligan a comprar sus químicos y fabriquen los medicamentos para las
enfermedades que nos inoculan por el plato y el vaso. Un gesto como el de no
consumir verduras que no sean de temporada es simple pero con una tremenda
repercusión aunque pretendan hacernos creer que no. Ayer veía en un documental
los océanos de plásticos de los invernaderos de Almería no hay medio ambiente,
solo esas cúpulas con kilómetros de material inerte por eso han de importar
abejorros polinizadores porque han desaparecido los locales, con el peligro
añadido de portar enfermedades.
Creo que la desaparición de las
abejas debería representar un tema de preocupación no solo para unas minorías
sino para la mayoría, porque nos jugamos el futuro. Si desaparece una de las
bases de nuestra cadena alimentaria ¿Qué futuro nos espera? Las abejas además
de dar fertilidad a los cultivos fabrican miel, cera y jalea real. Productos
que se irán convirtiendo en exclusivos para la élite económica. A los poderosos
les da igual que los productos sanos y naturales se encarezcan y no puedan ser
consumidos por la sociedad, ellos sí puedan pagarlos.
Anoche mientras
la mayoría veía las tertulias políticas hablando en diferentes cadenas de los
mismos temas, una minoría estábamos viendo estos documentales en “La Noche
Temática” de TVE2 que os recomiendo, si tenéis niños en la casa visionarlos con
ellos porque lo que está en juego es su futuro, un futuro incierto si no
hacemos todo lo posible por frenarlo, y eso no lo van a hacer los gobiernos
como otras muchas medidas indispensables porque están al servicio de las
multinacionales. Hemos de ser la ciudadanía usando nuestra mejor arma: el
consumo responsable.
¿A quién
beneficia intoxicar el campo, eliminar especies? A las multinacionales y
naciones que están haciendo acopio de tierras fértiles para hacerse con el
monopolio del alimento y el agua. Si hay pocos productos apícolas eso
encarecerá el precio por lo que se obtendrá buen beneficio y ya se harán con el
control. La dependencia de sus productos elimina la autonomía del agricultor.
He visto una abeja mecánica de Monsanto, si se elimina la especie la única
opción será comprársela a ellos.
Si no se
consumieran los productos que comercializan no tendrían razón de ser. Consume
productos locales, de temporada, cultiva tu comida. Educa a tus hijos en el
conocimiento del medio ambiente de los ritmos de vida de la percepción del
clima, que planten su semilla que la cuiden y que disfruten de sus frutos, para
respetar hay que conocer y nos hemos alejado demasiado de lo natural, de lo
vital.
Estas abejas y
estas plantas son de mi huerto, están en la ciudad. Hace cinco otoños que
comenzamos a cultivar nuestra comida de forma ecológica cerca de casa,
junto a unos cuantos urbanitas más. En este tiempo hemos ido observando cómo
aumentaba la fauna de la zona más insectos y más aves. Se ha creado un
microhábitat donde todos salimos beneficiados los animales y los que recogemos
la cosecha de productos ecológicos gracias a ellos. Y esta actividad ha
generado empleo en una época donde lo habitual es el cierre de negocio.
Anímate y
cultiva.
Sin alimento
sano, sin agua limpia no se puede vivir, sin las abejas tampoco, contra la
destrucción EDUCACIÓN. Por un futuro saludable CONCIENCIACIÓN.
10-Noviembre-14
Esther
Quiñones Fernández